En el medio de la oscuridad (2ª parte)

Más perspectivas sobre la guerra en Ucrania

La guerra en Ucrania ha impactado a la obra de IFES en muchos niveles. En esta edición de Conexión de dos partes, compartiremos las historias de primera mano acerca de cómo, a pesar de estar en el medio de la oscuridad de la guerra, Dios está obrando. Aquí leerás las perspectivas de los estudiantes, obreros y graduados de IFES en los países circundantes afectados por la guerra, y el papel que la comunidad ha desempeñado a la hora de prestar apoyo. Puedes leer la primera parte, que recoge relatos de primera mano de Ucrania y Rusia, aquí.

Vera, Polonia: ‘Dios responde rápidamente y da en abundancia’ 

Para Vera, obrera de ChSA Polonia, la guerra en Ucrania le planteó un dilema desde el inicio. Cuando conoció la noticia, estaba asistiendo a una conferencia de jóvenes con algunos estudiantes bielorrusos. Uno de los estudiantes se marchó inmediatamente para conducir hasta la frontera y recoger a sus amigos. Vera se preguntaba si también debía subirse al coche y viajar hacia Ucrania.  

Resultó que no le hizo falta. Como demostraron los meses siguientes, Dios tenía otros planes. Vera nació en Rusia, pero su familia se trasladó a Canadá cuando era niña. Más adelante, Vera sirvió con InterVarsity Canadá antes de trasladarse a Świdnica, Polonia. Su trasfondo le preparó perfectamente para marcar la diferencia en la crisis que se desató tras la invasión de Ucrania.  

Cuando Vera volvió de la conferencia a su casa en Świdnica, se sorprendió al ver que ya había ucranianos en su ciudad. Aprovechando sus contactos canadienses, Vera y su marido Konrad comenzaron a levantar fondos para el alojamiento de los refugiados con su iglesia. Sus generosos amigos dieron más de cuatro veces lo que pidió Vera. Por consiguiente, pudieron abrir siete habitaciones, y dispusieron de un espacio adicional para albergar entre 25 y 30 personas en el hostal de la iglesia. Les quedaba tanto dinero que incluso alquilaron una casa de siete habitaciones, que actualmente es un refugio para 15 personas.  

«La forma en que Dios proveyó las finanzas fue realmente sorprendente», dice Vera. «La cuenta se acercaba a cero y llegaban fondos de lugares que no esperábamos. Del mismo modo, mientras buscábamos alquilar apartamentos pequeños, yo oraba por la casa que imaginaba: grande y vacía, con luz y un jardín. Al día siguiente, estaba disponible una casa exactamente igual. Oramos de forma específica y Dios respondió rápidamente y nos dio en abundancia». 

Al relatar su experiencia, Vera destaca las relaciones mutuamente satisfactorias que ha desarrollado con estos refugiados. «Estoy embarazada y muchos de ellos me han hecho regalos, como ropa de bebé. Como hablo ruso, es una dinámica de amistad, no una dinámica de ‘te estamos ayudando’. Intentamos montar un pequeño negocio en Etsy para crear puestos de trabajo». La contribución de los refugiados también es importante en otros aspectos: «Ha sido increíble ver cómo han crecido las iglesias y los grupos de jóvenes. Es un gran regalo para la iglesia de Polonia recibir a tantas personas con experiencias tan distintas. Así como les damos, también recibimos mucho de nuestros hermanos ucranianos». 

Esta ha sido también la historia de la ChSA. Aunque han enviado dos camiones de suministros al CCX y han ayudado con las solicitudes de residencia temporal, también destacan que los refugiados de Ucrania y otros lugares están empezando algo nuevo. En Varsovia, hay muchos jóvenes de Bielorrusia que han escapado para evitar el reclutamiento. Allí, un obrero (también de Bielorrusia) se ha reunido con estudiantes de habla bielorrusa y rusa, incluidos los que no son cristianos.  

«Dios está utilizando esta horrible situación para comenzar algo en Polonia», explica Vera. «Así que tenemos que recordar por qué estamos haciendo esto. Mucha gente ha llegado a su límite y está cansada. Ora para que la gente se vuelva a Jesús. Ora por la apertura y por la visión para ver las oportunidades». 

Adelina, Rumanía: ‘Encontrarme con personas ucranianas me hizo ver que la única solución es Jesús’ 

Suceava, la ciudad donde estudia Adelina, está en el norte de Rumanía, cerca de la frontera sur de Ucrania. En la primera semana de la guerra, llegaron a la ciudad 42.000 refugiados . Desde entonces, más de un millón han entrado en Rumanía y, de ellos, unos 85.000 han decidido quedarse. «Todo empezó repentinamente», recuerda Adelina. «Quería ayudar, pero había una gran barrera. Yo no sabía ucraniano, y ellos no sabían inglés ni rumano. ¿Qué podía hacer?» 

«Me costó mucho. Vi que todo el mundo intentaba dar comida y ropa. Pero sentí que no abordaban el alma, el trauma que esta gente había sufrido.» Adelina ha conocido a muchas personas devastadas por la guerra: «niños sin padres, padres solteros y ancianos, sin esperanza y sin dirección». Hay un encuentro que no puede olvidar. «Conocí a una señora que estaba muy asustada y dolorida. Le pregunté qué podía hacer para ayudarla. Pero ella se limitó a mirarme con lágrimas en los ojos y a decir: ‘desgraciadamente, no puedes hacer nada para ayudarme’. Mi respiración se detuvo y sentí un dolor en el pecho. Me sentía impotente, todo me parecía inútil». 

La experiencia de Adelina en la guerra ha sido definida por «momentos de desasosiego, cuestionamiento y sensación de agobio». Pero ha hecho que otras cosas sean más seguras para ella. «Al conocer al pueblo ucraniano y escuchar sus historias, me doy cuenta de que la única solución para nuestras vidas es Jesús». 

Ha habido ocasiones en las que el amor y la esperanza de Jesús brillan con especial intensidad. «Había algunas personas que no se explicaban cómo podíamos hacer tanto por ellas, cómo podíamos abrirles el corazón y las manos», dice Adelina. «Puedo definir mi experiencia con la palabra ‘esperanza’. Cuando nada tiene sentido, cuando duele, si Dios es nuestro Padre, hay esperanza en sus promesas independientemente de las circunstancias». 

Igors, Letonia: «No hay espacio para el ateísmo en Ucrania.» 

Igors es Secretario para la formación de los obreros y de los equipos en IFES. Anteriormente formó parte del equipo de IFES Europa, y antes de ocupar ese puesto, fue Secretario General de LKSB, el movimiento nacional de Letonia. Desde el comienzo de la guerra, su principal cometido ha sido apoyar al personal ucraniano. Sin embargo, con unos 30.000 refugiados ucranianos en Letonia, Nora, la esposa de Igors y miembro de la junta directiva de LKSB, ha desempeñado un papel importante en la coordinación de la ayuda a estos desplazados. En Riga, un grupo de iglesias se ha unido bajo el nombre de Iniciativa Global Báltica. Trabajando con una iglesia en Chelm, Polonia, cerca de la frontera ucraniana, han coordinado las entregas, han ayudado a los refugiados a llegar a Letonia y los han puesto en contacto con las comunidades locales. Letonia es un lugar relativamente sencillo para los ucranianos desplazados porque ambas naciones comparten la herencia soviética. Muchos letones de edad avanzada hablan ruso y, en Riga, siguen funcionando escuelas y guarderías en lengua ucraniana.  

Además de su trabajo en el IFES, Igors participa en el Instituto Pastoral Báltico (BPI). Desde el comienzo de la guerra, los estudiantes del BPI han ido a Ucrania. Como explica Igors, están deseosos de ayudar porque «muchos letones se sienten identificados con la experiencia de la guerra de nuestra propia historia». Ha sido poderoso. Un estudiante dijo que no recordaba haber tenido nunca una sensación más vívida de la presencia de Dios. «Cuanto más te acercas a la oscuridad, más fuerte sientes la presencia de Dios. Es ilógico». Asimismo, un ucraniano le dijo a Igors que «ya no hay espacio en Ucrania para el ateísmo. Tienes que creer en el infierno y en el cielo». 

Es interesante, dice Igors, «porque no se podría pensar que este fuera el resultado. Pero si no hay juicio, es difícil enfrentarse al mal en curso, y sin el cielo no hay esperanza. Esto ha planteado cuestiones sobre el bien y el mal. Y casi puedo ver a toda la nación haciendo este viaje espiritual». 

¿Cómo podemos orar? «Todo el mundo está cansado», dice Igors. «También por los ucranianos, todos nos sentimos como corredores de maratón, enfrentándonos a una etapa más. Colectivamente, tenemos que redefinir por qué luchamos. Ora por más fuerzas.” 

Olena y Clinton, Ucrania: «entrega milagrosa». 

Olena, Directora de los Ministerios de Recursos Globales de IFES, es de Kiev. Ayudó a evacuar a los estudiantes internacionales durante las primeras semanas de la guerra. «Algunos estudiantes estaban simplemente paralizados por el hecho de que hubiera una guerra», recuerda. «Necesitaban ánimo y orientación logística. Algunos estaban atrapados en sótanos sin comida ni agua. Cuando sus teléfonos estaban cargados y funcionaba Internet, puede mantenerme en contacto con ellos y les aseguraba que la ayuda estaba de camino. Dios estaba en medio de todo ello. Me pusieron en contacto con pastores locales y representantes de ONG internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para unir fuerzas en la ayuda a la evacuación de los estudiantes. Fue un trabajo de equipo en su máxima expresión».  

Para esos estudiantes, el calvario inicial ha terminado. Todos fueron evacuados y puestos a salvo, «milagrosamente», añade Olena. Un evacuado, llamado Clinton, dice que su «mera existencia es un enorme testimonio. He visto y sigo viendo a Dios obrando en mi vida. Desde el momento en que comenzó la invasión hasta ahora, Dios en su gloria ha hecho que cada pasaje sea suave para mí. Me ha colmado de su infinito amor y protección, dándome el valor y la fuerza para seguir adelante». 

Esto no significa que las cosas hayan sido fáciles. «Fue una experiencia solitaria y traumática. No quiero pensar en ello siquiera». Clinton viajó durante tres días a la oficina de la OIM en las afueras de Kiev, donde le ayudaron a llegar a Polonia. Allí ha retomado sus estudios. «Ora por mí, por la protección, la provisión y el consuelo divinos», nos pide. «Y sobre todo, para que no me aleje de la presencia de Dios. Porque entiendo que sin él, estoy vacío». 
 

Audrey: ‘Cómo Dios me salvó de Ucrania’ 

«El 24 de febrero todo se detuvo. Nunca pensé que me enfrentaría a la guerra. Lo único que hice fue quedarme dentro y llorar, hasta que ya no tuve palabras para hablar son Dios».  

Audrey es de Tanga, Tanzania, donde, durante tres años, fue estudiante de TAFES, el movimiento nacional tanzano. Había empezado la carrera de medicina en la Universidad Estatal de Sumy, muy cerca de la frontera rusa con Ucrania, cuando empezó la guerra.  

«Estaba buscando transporte para salir de Sumy y me comunicaba con Joan, un obrero de TAFES. Me puso habló de Olena, en Polonia, que se mantuvo en contacto conmigo durante todo mi viaje de Sumy a Poltava, Lviv, Chop, Záhony, Budapest y, finalmente, hasta Tanzania. Siempre me preguntaba si necesitaba apoyo y se aseguraba de que estuviera segura».  

Mientras Olena podía ofrecer apoyo práctico, Audrey añade que «TAFES me apoyó en oración hasta que llegué a Poltava el 7 de marzo. He visto milagros a través de la oración. Solo puedo darle las gracias a CCX y a TAFES. Permanece fiel y cree en nuestro Dios todopoderoso. Espero que a través de mi testimonio la gente aprenda la bondad de nuestro Señor». 

Nay: Responder como una familia 

Nay, del equipo de IFES Europa, ha desempeñado un papel importante en la coordinación de la respuesta de IFES a esta guerra, tanto en Europa como fuera de ella. «Nos ha sorprendido», dice, reflexionando sobre cómo la gente ha colaborado en estos esfuerzos. Nay también ha hecho un llamamiento a la gente para que se unan en oración. «Iniciamos grupos de oración por WhatsApp en inglés y francés, que cuentan con 1200 personas de todo el mundo comprometidas con la oración sostenida. Hemos realizado entrevistas semanales en Instagram Live, y una reunión mensual de oración en línea. Las personas que nos apoyan, los obreros y los estudiantes han contribuido a los fondos de emergencia, con un total de unos 300.000 dólares». 

Además de facilitar el apoyo en la oración, Nay está coordinando bolsas de hospitalidad en toda Europa. Lo que comenzó como un acuerdo informal para los amigos de los obreros ucranianos y bielorrusos se ha convertido en un esfuerzo conjunto más amplio con Langham y la UFM , llamado Ukraine Connect. «Ha sido increíble ver cómo ha respondido IFES», dice. «Como una familia». 

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